"Los romanos acababan sus cartas con un «vale». Valente, valiente, que seas capaz de ser dichoso, que te vaya bien, que seas fuerte, que tengas la capacidad de dotarte de valor para batirte en la vida. Esa palabra era la de una proximidad contagiosa, la de alguien que esperaba y deseaba lo mejor de ti. Vale."
(extraído del libro «Alguien con quién hablar», de Ángel Gabilondo)

(acrílico de Isabelle Altadill)
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